El cuadro ilustra una escena de la obra Fausto escrita por Goethe. En concreto el momento en que Margarita encuentra en el armario de su cuarto un cofre de joyas, que Mefistófeles había entregado a Fausto como obsequio tentador para su amada. La joven disfruta colocándose un cordón de perlas sobre su cuello y contemplando el bello resultado ante el espejo. Detrás, en la penumbra, se adivina una rueca de hilar.
La obra demuestra la influencia que los nazarenos alemanes tuvieron en Manuel Domínguez, quien entraría en contacto con ellos durante su periodo romano. El dibujo elegante con que construye la figura de la joven, la delicadeza de su pose, la perfección técnica que alcanza el pintor en la representación de los objetos, junto con el uso de una luz muy dirigida que hace destacar la figura, son los puntos de contacto del autor con los pintores germánicos.
Adquirido en 1867 con destino al Museo Nacional del Prado, pasó posteriormente al Museo de Arte Moderno.