Paisaje con una representación de una manada de ganado bovino en primer término. Junto a ella se extiende un río o lago con varias barcas que conducen la mirada hacia la montaña del fondo coronada por la imponente figura de un castillo y su ciudad.
Villaamil realiza uno de sus habituales paisajes donde la influencia de la pintura holandesa del siglo XVII se hace evidente, a partir de los modelos de Ruisdael, en los que un gran volumen cerraba las composiciones al fondo, del mismo modo que en esta obra el pintor español colocó el monte y el castillo.
Las tonalidades pardas y opacas que son conjugadas por una pincelada fluida y una utilización de la luz en claroscuro pero sin estridencias, marcan las características propias de Villaamil, que se repetirán en muchos de sus paisajes.