Aldabón o llamador de hierro forjado, en figuras de dragón alado que sostiene entre sus garras un escudo liso tarjado. Hacía mediados del siglo XVI se produce un cambio que afectará sobre todo en el aspecto decorativo de los aldabones. Ahora se concibe el volumen volumétrico como base para todo motivo, - apartando la idea gótica, mantenida hasta 1540-, de la superficie decorada como un espacio bidimensional. Si antes se entendía como un plano en el que se iban colocando los diferentes elementos, a partir del Renacimiento pleno se empiezan a introducir figuras independientes sobre la superficie que les sirve de apoyo. Aquí el dragón funciona de forma autónoma y atraviesa el espacio de forma oblicua con el movimiento ondulado de su cola.