En primer término el santo, vestido con el hábito de su orden, medita en actitud orante, ajeno a cuanto sucede a su alrededor. Se le identifica por los símbolos habituales: la letra griega tau pintada en azul sobre su hábito y el mango del báculo sobre la piedra. Seres monstruosos o demonios revolotean sobre él, en alusión a la tentación del mal. La casa, rematada de manera fantástica por la cabeza de la anciana, es una probable alusión a un prostíbulo, como delata la enseña con el cisne en su puerta. La joven desnuda en su puerta simboliza las tentaciones de la carne, a las que el santo se enfrenta con decisión. A la izquierda un monasterio antoniano es presa de las llamas, alusión a la relajación de las normas por parte de la orden religiosa a la que el santo pertenece.
Obra de calidad, es singular en la pintura de El Bosco por situar la figura en primer término. Se ha considerado copia de un original perdido realizada en tiempos de El Bosco u obra de taller.
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