Fuera de Roma y Florencia, ningún pintor fue tan decisivo en la formulación del lenguaje clásico como Correggio. Su etapa juvenil, anterior a una estancia en Roma entre 1518 y 1519, es incomprensible sin Mantegna y Leonardo da Vinci, cuya influencia se percibe en esta pintura, realizada en Parma entre 1515 y 1517. De Mantegna procede el apunte clasicista de la sandalia de la Virgen, mientras de Leonardo derivan la ambientación de la escena en una caverna así como la exactitud en el tratamiento de la botánica y el sfumato.
Se inventaría en La Granja en 1746 entre las pinturas de la reina Isabel de Farnesio.