Siguiendo los Hechos de los Apóstoles (2: 1-41), estando reunidos en el Cenáculo la Virgen y los Apóstoles aparecieron como divididas lenguas de fuego que se posaron sobre ellos, quedando llenos del Espíritu Santo, materializado en la paloma que vuela sobre María, rodeada de un inmenso halo circular.
Procede del retablo mayor de San Lázaro de Palencia.
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