Adán, a la derecha de la composición, y Eva, a la izquierda, aparecen escondidos entre los animales y plantas del Paraíso sobre un fondo crepuscular. Sobre ellos, la figura de Dios Padre que con su gesto se dirige a Adán.
La escena está inspirada en el pasaje del Génesis que narra el momento en el que Adán, consciente de su desnudez tras haber comido del fruto prohibido del Paraíso, se esconde para ocultar su vergüenza (Génesis 3, 8-12).
Esta pintura se considera una de las primeras aproximaciones de Jacopo Bassano a los temas del Antiguo Testamento, que serían después objeto de diferentes versiones por parte del taller.
Esta obra fue legada a Felipe IV (1605-1665) por el príncipe Filiberto de Saboya.
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