David se hallaba con sus hombres en la montaña y envió al sangriento Nabal un destacamento para pedirle comida. Ante su negativa, David ordenó a su ejército destruir su casa. Abigail, esposa de Nabal, cargó varios asnos con vituallas y se postró ante David para solicitar su clemencia (I Samuel 25, 2-42). Se trata de uno de los cuadros más bellos de su producción española. La atención por los detalles otorgan a esta pintura un interés excepcional en el catálogo de Giordano, como el soberbio perro del extremo derecho, o los â??donesâ? ofrecidos por la prudente Abigail, que comparten el protagonismo del primer plano con unas enredaderas de toque preciso y elegante.