Las actividades artísticas de Rubens en Madrid se conocen por textos de época, que mencionan que realizó cuadros para particulares. Es el caso de esta representación de la Inmaculada Concepción, una de las principales devociones católicas y la única de este tema que abordó durante su vida. Fue pintada para el marqués de Leganés, uno de sus mayores admiradores en la corte madrileña. Este político y militar, muy relacionado con los Países Bajos, incentivó el gusto de Felipe IV por la obra del pintor flamenco, en parte gracias a la inmediata donación de esta pintura, que fue colocada en el oratorio del rey del Alcázar de Madrid, donde se documenta ya en 1636.
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