La capacidad en el género de la naturaleza muerta que poseía Frans Snyders se manifiesta de manera extraordinaria en este cuadro. El artista incluyó la figura de una sirvienta, lo que ha dado nombre al cuadro.
Snyders solía incluir figuras en sus óleos de mayor formato, que en ocasiones eran realizadas por Rubens, siendo habitual la colaboración entre ambos. Estas figuras se sitúan generalmente en uno de los extremos de la composición, dejando el espacio sobrante a la representación de los elementos naturales, como pescados, caza o frutas.
La perfecta captación de las texturas de los objetos representados, la inclusión de animales vivos, como el loro que picotea la fruta del cesto o el mono que huele la flor, son elementos frecuentes en la obra de Snyders. Como también lo son la exuberancia de los elementos, su diversidad y la variedad cromática empleada.
Este cuadro entró en la Colección Real hacia 1636, al ser regalada a Felipe IV por el marqués de Leganés.
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