En los últimos años de la década de 1630, poco antes de su muerte, Rubens recibió varios encargos para decorar con escenas mitológicas el Alcázar, o Palacio Real de Madrid. Esta escena pertenece a uno de dichos encargos. Representa uno de los doce trabajos que el rey Euristeo impuso a Hércules: el héroe debía obtener las manzanas de oro que nacían del jardín de las ninfas Hespérides y que proporcionaban la inmortalidad. El jardín estaba vigilado por el dragón Landón, al que el héroe debió vencer antes de obtener su botín.