Dentro del ciclo de pinturas consagradas a los usos lúdicos de la Antigüedad destaca este cuadro en el que Lanfranco recrea la costumbre extendida en la Roma clásica de introducir luchas de gladiadores como parte del espectáculo para amenizar los festines aristocráticos. Una escena que podría tal vez ponerse en relación con el banquete fúnebre, rito que en el mundo romano se celebraba al noveno día de la muerte (novenalia), y que poseía un carácter de purificación.Lanfranco pintó al menos seis obras que pueden relacionarse con la decoración del Buen Retiro, cinco en el Museo del Prado (P234, P235, P236, P2943, P3091) y otra en Patromonio Nacional.
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