Junto a Juan de Arellano y Bartolomé Pérez, Gabriel de la Corte fue uno de los principales pintores de flores de Madrid durante el reinado de Carlos II (1665-1700).Esta obra pertenece a una serie de seis obras del mismo tipo procedentes del Museo de la Trinidad. En su contexto original estos floreros debieron ser considerados imágenes del mundo natural que elevaban los espíritus de los espectadores en alabanzas al Creador. Los nerviosos querubines, portando flores y frutas, que aparecen repujados en los grandes cuencos dorados, ponen de relieve el mensaje religioso de generosidad divina encerrado en estas exuberantes imágenes.De la Corte transmite la impresión de una amplia gama de tonalidades y algunas mezclas de colores son de una considerable sutileza cromática. Con su habitual pincelada segura, espontánea y franca, el artista transmite en estos cuadros la emocionante impresión de frescura de las flores.
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