Perdonada por Cristo de los pecados de su vida licenciosa, María Magdalena es ejemplo de una vida de conversión y penitencia.
La escena refleja el momento en el que, según La Leyenda Dorada de Jacobo de Vorágine (siglo XIII), la santa es elevada por ángeles al Cielo para asistir a los oficios celestiales como premio a su vida penitente dedicada a la meditación, a la que se retiró tras la muerte de Cristo. Uno de los ángeles porta las disciplinas o pequeños látigos para la flagelación penitente, mientras que otro lleva flores y un tercero es músico.
La composición de esta obra, de pincelada suelta y amplia gama cromática, evidencia el gusto barroco por el dinamismo y la expresividad.
Existe un cuadro análogo en la Galería Nacional de Bucarest.