El Coloso es uno de los cuadros más célebres del Museo del Prado. En los últimos años su tradicional atribución a Francisco de Goya ha sido objeto de dudas por parte de especialistas del Museo y de fuera, y se han llevado a cabo estudios histórico-artísticos y técnicos sobre la obra. Hoy se considera que El Coloso es de un seguidor del artista.
Historia de la obra
El Coloso ingresó en el Prado en 1931 con el legado del coleccionista don Pedro Fernández Durán (1846-1930), a cuya familia, los marqueses de Perales y de Tolosa, pertenecía desde al menos 1841. En 1874 el pintor y restaurador Vicente Poleró (1824-1899) lo describía como ‘Una alegoría profética de las desgracias que ocurrieron en la Guerra de la Yndependencia’ y lo atribuía a Goya. Se interpretó generalizadamente como una alegoría de esa contienda y, por ello, el gigante se ha visto como personificación de los ejércitos de Napoleón, invadiendo España, o como el ‘espíritu de los Pirineos’, que se alza para destruir a las tropas francesas, según el poema, de 1808, de Juan Bautista Arriaza. En otras ocasiones se ha visto como un desastre natural.
Composición y técnica
La composición, que toma cómo punto de partida la grandiosa y profunda idea de la estampa del Gigante sentado de Goya, evidencia convencionalismos impropios del maestro en el planteamiento monótono y repetitivo de los distintos planos del espacio pictórico. La ejecución de las pequeñas figuras y animales, casi todos inconclusos, sin coherencia en sus medidas aleatorias con relación a la perspectiva general, se aparta de las obras documentadas del artista. La radiografía de la obra muestra la dificultad de su autor para fijar la posición y postura del gigante, en un principio frontal, lo que determinó cambios radicales durante la ejecución de la obra, desacostumbrados en Goya. El cuadro también se aparta de la técnica directa y transparente propia de Goya, que contó con la preparación, generalmente de tono cálido y visible sobre todo en su período avanzado, para conseguir, a la primera, el dibujo de las figuras o del paisaje y su modelado. Aquí, al contrario, la pintura es densa y opaca, se aplica con indecisión en sucesivas capas de varios colores, y no aprovecha visualmente el tono de la preparación.
Posible autoría
Este tipo de ejecución y de concepto, así como los modelos de figuras y animales o la moda, acercan el cuadro a los seguidores del artista, cuyas obras se basaron en composiciones del maestro, sobre todo de género, de sus pinturas, dibujos y estampas. La reciente propuesta de la identificación de los signos del ángulo inferior izquierdo del cuadro como las iniciales ‘A J’, correspondientes al pintor valenciano Asensio Juliá (ha.1760-1832), abren una nueva vía para dar nombre a su autor. Juliá fue el único discípulo reconocido de Goya, documentado junto a él desde 1798 y hasta fecha indeterminada, y al que el maestro retrató en dos ocasiones. Trabajó con independencia de Goya en la Escuela de la Merced, rama de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, como Director de Adorno, desde 1818 hasta su muerte. Esto le relaciona directamente con Miguel Fernández Durán, marqués de Perales y de Tolosa, que fue Presidente de la citada Escuela entre 1821 y hasta su muerte en 1831, y posible primer propietario del cuadro, lo que hace pensar, además, en una fecha para El Coloso en ese período.
Consultar el estudio del Museo sobre El Coloso
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