Esta visión directa y frontal de Cristo coronado de espinas, atado y sosteniendo una caña a modo de cetro, es una de las más divulgadas del autor. Presenta una factura minuciosa que recuerda la de la pintura flamenca. La figura, muy iluminada, destaca sobre un fondo oscuro que potencia la concentración emocional del espectador en la patética imagen.
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