En el plinto de esta escultura -como en el de varios hermas conservados en el Prado y en la Casa del Labrador de Aranjuez- se lee una inscripción latina que sitúa su hallazgo en la "Villa de los Pisones" en Tivoli, lo fecha en 1779, y recuerda que su descubridor y restaurador fue el diplomático aragonés José Nicolás de Azara. El lugar de origen tiene particular interés: al ser la obra un adorno doméstico, interesaba más sus formas blandas que su sentido religioso. Sin embargo, un análisis detenido permite rastrear ciertas alusiones: no en vano su actitud confiada recuerda las imágenes de Alejandro Magno: sabido es que, en época helenística y romana, se trazó un paralelismo entre el monarca y el dios, y se situo la remota Nisa, lugar de origen de Baco, en los confines de la India alcanzados por el rey macedonio. De allí saldría el señor del vino, acompañado por panteras y vestido con sus pieles, para conquistar el universo con su ejército de ménades y sátiros.