Cruz latina de brazos rectos con crestería de roleos y remates por anverso y reverso de par de volutas vegetales y florón sobre ellas. Por el anverso, Crucificado de tres clavos y brazos casi horizontales, tarjeta del INRI y roleos en el resto, todo grabado en la superficie. En el reverso, viril ovalado con cerco esmaltado que lleva la inscripción citada y en el interior cabeza viril de perfil derecho; roleos en el brazo horizontal y motivos vegetales con simetría axial en el vertical. Un cuerpo troncocónico da paso al nudo de mazonería con planta hexagonal y ventanas en los frentes con tres arcos de medio punto y sobre ellos tracería estrellada; en las esquinas, pilarillos a modo de contrafuertes sin adosar. Pie estrellado de planata ondulada, con borde alto y tracería rectangular y la superficie que se eleva hasta el astil divididad en cuatro secciones mayores, que se decoran con relieves de jarrones y roleos, y cuatro muy estrechas sin adorno. [...].
Parece claro que es obra formada con elementos diversos y, en efecto, el adorno de la superficie del pie reclama modelos renacentistas en lo que toca a los jarrones y a la simetría, aunque todavía su planta y estructura, es especial su elevación, responde a lo usual en época gótica. En cambio el nudo es típico de la gótica y no encaja adecuadamente con el pie ni con la pieza superior, por completo anodina. Diferente por técnica y con dibujo fino, frente a la tosquedad del relieve del pie, aparece la cruz, en la que sin embargo se insertan unos remates en apariencia incoherentes y se dispone un viril cuyo cerco parece propio del siglo XVII. Así, la cruz en la actualidad ofrece una visión descompuesta y resulta chocante que Camón, reconociendo partes distintas, la calificara de muy bella. Cabría la sospecha de que la obra se hubiera recompuesto en época moderna y que al mismo tiempo se hubieran fabricado algunas de sus partes. [...]. De cualquier manera el resultado es estrafalario, a lo que contribuyen la extraña marca, por ahora no interpretable, y el viril que, si bien lleva inscripción referida a san Sebastián, no muestra con claridad reliquia alguna. A la vista de todo ello, cualquier clasificación es arriesgada e inclusomsuperflua. Ni siquiera nos atreveríamos a señalar si la pieza es aragonesa o castellana. Aunque sean partes distintas, su datación convendrá hacerla en el primer tercio del siglo XVI.
CAMÓN AZNAR, José. Guía del Museo Lázaro Galdiano. Madrid: Fundación Lázaro Galdiano, 1951. Pág.29. CAMPS CAZORLA, Emilio. Inventario del Museo Lázaro Galdiano (1948-1950). CRUZ VALDOVINOS, José Manuel. Platería en la Fundación Lázaro Galdiano. Madrid: 2000. Pág. 74-76, nº 24. LÁZARO GALDIANO, José. La Colección Lázaro. Madrid: La España Moderna, 1927. Nº 822.
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