Ilustra el momento en que Simón Cireneo fue obligado a llevar la Cruz de Cristo camino del Gólgota (Mateo 27, 32; Marcos 13, 21). La escena, de gran carga emotiva, presenta a los personajes en primer plano y a Cristo interpelando al público con unos ojos lacrimosos e inyectados en sangre. Esta obra muestra una pincelada diluida y un gran protagonismo del color en la configuración de formas y volúmenes.
Existe otra versión también autógrafa de este lienzo en el Museo del Ermitage. Ingresó en la Colección Real en época de Felipe IV y en 1843 en el Museo del Prado.
Firmada en la Cruz.