Sobre una mesa se disponen de izquierda a derecha, un caldero de cobre, un serón de paja con una anguila dentro, varias langostas amontonadas sobre el serón, un par de besugos, un recipiente de barro, unas cebolletas y varias frutas, todo lo cual se proyecta sobre un fondo oscuro. El tipo de disposición y yuxtaposición de los objetos, la manera como están descritos, su gama cromática o las características de la preparación relacionan esta obra directamente con los bodegones Antoni Viladomat (1678-1755) que guarda el Museu Nacional d´Art de Catalunya, en los que pueden apreciarse objetos semejantes (pescados, calderos de cobre, frutos...) realizados con una escritura pictórica muy parecida. El presente bodegón coincide con una entrada del inventario de la Colección Campaner (segunda mitad del siglo XIX), adonde había llegado desde la Colección Senesca: "Un bodegón. Con pesca. Langostas sobre un capacito y un puñado de cebollitas. Vajilla de cobre y barro como accesorios". Posteriormente ha estado en las Colecciones Valls, Ferrater y Galofre. Desde el punto de vista de las colecciones del Museo del Prado, la incorporación de la obra tiene un doble interés. Por un lado, permite ir cubriendo la importante laguna de las colecciones en lo que se refiere a pintura catalana de los siglos XVII y XVIII, con una obra de cierta calidad de uno de sus representantes más importantes. Además, muestra muy bien el nivel al que llegó el bodegón catalán de la primera mitad del siglo XVIII y sirve para explicar desde el Museo del Prado lo que ocurrió en el género de la naturaleza muerta en España desde finales del siglo XVII (cuando se fechan las obras de Gabriel de la Corte) hasta más que mediado el siglo XVIII (de cuando datan los bodegones de Meléndez), un lapso de tiempo respecto al cual la Institución carecía de obras de este tipo.