En una tribuna portátil, Santo Domingo, entre otros seis jueces, preside el Auto de Fe en el que se juzga a unos albigenses, según un conocido episodio de su biografía. A su lado otro personaje sostiene el pendón con la cruz floreada, atributo de Santo Domingo. Algunos acusados ya están siendo quemados mientras otros dos, en primer plano, esperan su turno vestidos con el sambenito y coraza con letrero: “condenado herético”. Al fondo otros acusados aguardan el juicio de Santo Domingo.
La disposición del escenario y de las figuras reflejan la modernidad de Berruguete en cuanto a las nuevas tendencias compositivas. A su vez, la pintura ilustra su capacidad para la narración pictórica. La escena compone una magnífica crónica de la Castilla de tiempos de los Reyes Católicos. Los personajes vestidos a la moda del siglo XV, están dotados de una gran realidad y verismo, rozando lo anecdótico, como el personaje que duerme debajo del santo.
Procede de la Sacristía de Santo Tomás de Ávila.
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