Sobre una barca de vela se representa a la Virgen y San Juan, durante su trayecto hacia Éfeso, a través de un mar calmado. Ambos permanecen con la mirada sombría y abstraídos en sus propios pensamientos. En la popa, el timonel duerme, provocando que la barca haya de ser conducida por dos ángeles. El tema está inspirado en la literatura religiosa generada alrededor de la madre de Cristo, que intentaba cubrir los episodios posteriores a la muerte del Redentor.
La pintura responde al interés despertado en Hernández Amores por las tendencias artísticas de los pintores nazarenos alemanes. El fuerte idealismo que se observa en los rostros, junto a la severidad del dibujo, el detallismo de los objetos, la equilibrada composición y un uso pausado de la luz y el color, convierten a esta obra en uno de los mejores ejemplos españoles de esta estética.
Fue galardonada con medalla de oro en la Exposición Nacional de 1862, siendo adquirida para el Museo Nacional del Prado.
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