La retratada es una dama romana de finales del siglo II d. C., a cuyo retrato se le ha adaptado un busto hecho casi 100 años antes que la cabeza. El rostro es de rasgos delicados con la frente alta y la piel lisa, los ojos grandes, que no están situados exactamente a la misma altura y con párpados pesados y la boca de labios delgados. Los primeros retratos de Brutia Crispina (aproximadamente 161-188), creados en el 178 d.C con motivo de su matrimonio con Cómodo, quien más tarde sería emperador, se caracterizan por un moño de trenzas de tamaño similar pero algo más plano, que -al igual que en el retrato del Museo- no siempre llega hasta la nuca. Otros retratos de la época también tienen una onda lisa encima de la frente, si bien esta suele ser algo más ancha que en el caso de Crispina. La onda lisa de encima de la frente, típica de Crispina, permite la datación de estos retratos entre 180 y 190 d. C.