El retratado es un hombre de abundante cabello y barba rizados; la barba ha sido recortada con esmero en las mejillas, en el nacimiento del mentón y el cuello. Unas delgadas líneas incisas marcan un bigote ralo y una mosca entre el labio inferior y el mentón. La comparación con los retratos del emperador Marco Aurelio y de su corregente Lucio Vero pone de manifiesto que este joven imita el peinado y la barba de los soberanos. Tanto la delimitación geométrica mediante la barba y el cabello de la frente y las sienes, como el bigote, de un aspecto más bien corto, repiten rasgos del último tipo de retrato de Lucio Vero (muerto en 169 d.C.). Algunos rasgos que evocan el tercer tipo de retrato de Marco Aurelio, creado en 161 a.C., son los ojos grandes y algo saltones, aunque sin el ancho parpado superior característicos del emperador, la boca pequeña y la cabellera. Esta última no es tan alta y sus rizos no son tan elegantes como los de Lucio Vero, quien según la Historia Augusta solía hacer ostentación de su esplendida cabellera rizada mediante oro en polvo. Si se observa el perfil, el retrato del Museo del Prado se parece a ambas efigies de los emperadores en cuanto a la estructura plana del rostro y a la forma de las patillas. No obstante, individualmente los rizos aparecen estructurados de otro modo, y la perilla no es tán larga como en los dos retratos de los emperadores. En caso de que el busto pertenezca a la cabeza, se trata de un hombre joven de clase alta al comienzo de una importante carrera militar. En este sentido apunta el paludamento -el manto típico de los generales de la época imperial, usado sólo por el emperador y por sus oficiales más altos-, sostenido en el hombro derecho con una fíbula circular. En tiempos de los Antoninos, los bustos de adolescentes, por ejemplo, de los príncipes, están provistos de una túnica con manga debajo del paludamento, mientras que los bustos de los emperadores presentan hombros cubiertos de lambrequines de cuero además de paludamento.
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