El retratado es un hombre mayor con un cráneo ancho y anguloso y un peinado de pelo corto. La nariz ancha y ligeramente curvada atenúa la severa expresión de este retrato, que con sus arrugas profundas, los ojos pequeños y la boca grande configura una expresión orgullosa y de rechazo. Mediante la repetición de motivos singulares -obsérvense las patas de gallo en los ángulos exteriores de los ojos y las dos incisiones en forma de frontón que aparecen una sobre la otra por encima de la ceja izquierda- se hace perceptible un énfasis en la caracterización de los rasgos de la edad, lo que es típico de la retratística del segundo cuarto del siglo I a.C. No es fácil determinar en qué época fue creado este retrato, que generalmente ha sido interpretado como obra de la Antigüedad. En un primer momento, su tamaño hace pensar en un retrato de tiempos de Augusto o de Tiberio, pero las características del trabajo del mármol remiten a inicios del siglo II d.C. Es probable que esta efigie, creada entre 110 y 120 d.C haya estado destinada a una galería de retratos en una tumba familiar erigida por aquella época.
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