Camón Aznar -que lo incluyó en las primeras guías del Museo, pero que luego prescindió del cuadro y lo mantuvo en las reservas- lo calificó como "muy cerca de la manera goyesca, delicioso retrato de dama de refinada distinción pintado con transparencias y veladuras análogas al de doña Tadea Arias de Enríquez, del Museo del Prado (nº 740), en todo semejante. Su técnica supera a lo que conocemos de Esteve", añadiendo que la cabeza se halla retocada con pinceladas duras. El lienzo es, desde luego, una directa imitación goyesca, que copia literalmente el citado retrato de Tadea Arias, sin otra modificación que el fondo, del que ha desaparecido el lujoso jarrón del original, y la cabeza, completamente distinta en modelo y tocado. Aunque podría pensarse en Esteve, habitual copista de Goya, es pintura que más bien parece imitación decimonónica, por obra de algún hábil práctico, buen conocedor de lo más más peculiar de la técnica goyesca.