Ataviado con ricas vestiduras y espada, que le confieren un cierto aire nobiliario, el personaje aparece sujetando una perra de raza mastín con la mano izquierda mientras sostiene el sombrero con la derecha.
Varias han sido las identificaciones propuestas para este retrato. Durante mucho tiempo se consideró que se trataba de Antonio “el Inglés”, bufón de palacio, muerto en 1617, que dio nombre por mucho tiempo a la pintura. Esta identidad está hoy descartada, en función de la moda propia de los años sesenta.
Atribuido durante tiempo a Velázquez, la técnica pictórica es más abreviada y descuidada de la habitual en el pintor sevillano, aunque, en cualquier caso, es un magnífico ejemplo de la huella que deja Velázquez en el retrato cortesano español de su época. Se ha pensado en la mano de Juan Carreño de Miranda, en función de las propuestas de identificación del personaje, de la fecha de ejecución y de la técnica.
Aparece citado en el Palacio Real durante el siglo XVIII.