En Las Metamorfosis del poeta Ovidio se relata con gran precisión el momento en que Mercurio, de camino a Atenas, se topó con un grupo de Ninfas que portaban sus ofrendas a la diosa Palas, enamorándose inmediatamente de Herse, la más hermosa de ellas.
El lienzo, de formato extremadamente horizontal, sitúa la escena en un paisaje boscoso, en el que las ninfas charlan o juegan, de camino al templo del fondo. A la derecha, sobre un río cuya prolongación abre la perspectiva, vuela Mercurio habiendo sido ya atrapado por la belleza de la ninfa Herse.
Las figuras, realizadas por Francken, muestran con sus elegantes movimientos y forma curvada la tendencia casi manierista del artista. El paisaje de Wildens, marcado por los dos gruesos árboles que parten la composición, refleja su habilidad para la perspectiva, siendo muy singular la luz cálida que inunda la escena desde el fondo, fruto de la influencia del paisaje italiano.