La musa helenística, original griego tallado en mármol de Paros, retoma y suaviza las formas del s. IV a.C.; representa a una musa portadora de una cítara. Fue en el s. II a.C., y sobre todo en los talleres de Rodas, donde distintos escultores elaboraron los ciclos de las musas que más tarde repetirían, en múltiples versiones, los copistas romanos. La serie más famosa, atribuida al rodio Filisco, se fecha a mediados del siglo, y las demás parecen ser algo posteriores. Por su actitud, esta obra llevó acaso en su brazo izquierdo una cítara, lo que podría identificarla como Erato. Sin embargo, también cabe señalar que el pie, hoy perdido, ha dejado una huella peculiar, más propia del coturno con alta suela de los actores trágicos y de Melpómene, su protectora. Ambas soluciones, por lo demás, vendrían avaladas por esculturas romanas semejantes y, de cualquier modo, apenas afectan al principal valor de esta pieza: la delicadeza de su superficie, donde el clasicismo conserva aun tonos realistas.
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