María Luisa de Borbón (1662-1689) aparece representada ya como reina de España, en la línea tradicional del retrato áulico español, alejada de la imagen que presenta en los retratos franceses de la órbita de Pierre Mignard. La Reina porta una serie de atributos que encierran toda una simbología, como el clavel rojo, que podría significar la naturaleza principesca.Sus rasgos fisonómicos se asemejan a los de su marido Carlos II en un fenómeno de simbiosis perfectamente codificada en los retratos de Corte. Esta asimilación a una imagen masculina es un recurso retratístico formulado desde la época de los Austrias mayores, del que se servían para destacar la pertenencia a una estirpe o la legitimación por medio del varón.Desde un punto de vista técnico, es remarcable la correcta ejecución de la obra, pero se caracteriza por la dureza en la representación de los rasgos y detalles, algo propio de un artista entregado al cultivo del dibujo, en progresivo alejamiento de los postulados de Coello o Carreño.
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