El 15 de mayo, fiesta de San Isidro, patrón de Madrid, los habitantes de la ciudad se acercaban a su ermita para beber el agua de una fuente milagrosa que, según la tradición, el santo había hecho brotar. En primer término un grupo de majas espera que sus compañeros les traigan el agua. Al fondo, la muchedumbre hace cola para acceder a la fuente, bajo la imponente mole arquitectónica de la ermita. Entre las gentes vigilan dos guardias de corps, reconocibles por sus banderolas y cuadretes rojos.
Pareja de La pradera de San Isidro (P750), la obra es un boceto, o borrón, previo a la realización de un cartón para uno de los tapices destinados al dormitorio de las Infantas en el Palacio de El Pardo. El cartón no se llegó a terminar, pero en el boceto se aprecia la habilidad de Goya para dotar a las figuras de un característico dinamismo y una elegante entidad que, a pesar de su pequeño tamaño, no disminuye por la presencia de la majestuosa capilla.
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