Primero de los cuatro lienzos pertenecientes a la serie de alegorías de Las Horas del día (junto con P04472, P05823 y P05822), pintadas por José de Madrazo en 1819, todavía en Roma y poco antes de regresar a España, con destino a la decoración del desaparecido palacete conocido como Casino de la Reina.
La primera de las figuras alegóricas de la serie pintada por Madrazo, correspondiente a La Aurora, es quizá la más bella de todo el conjunto, tanto en su modelo como en la elegancia formal de su diseño. En efecto, la hora del amanecer está encarnada en una joven victoria alada, con el cabello recogido en un moño y coronada de flores que, como símbolo del día que amanece, se retira con una mano el manto de la noche que le cubría la cabeza, sobre la que resplandece el lucero del alba, mientras sujeta en la otra mano la antorcha que ilumina el día. A su lado, un amorcillo sujeta una golondrina, ave que surca el cielo con las primeras claras del día, y una cántaro que deja caer el rocío matutino sobre el solitario paisaje campestre que se despliega al pie de las figuras volantes.
La equilibrada simetría de la ninfa alada y el riguroso perfil que dibuja su rostro muestra el respeto absoluto de José de Madrazo por los más estrictos cánones neoclásicos, mostrando una indiscutible elegancia en el diseño de los pliegues de los paños en vuelo, quizá lo mejor de la composición, hinchados por el viento de forma armoniosa y rítmica, de indudable efecto decorativo, mostrando además un especial refinamiento técnico en su ejecución, superior al del resto de la serie.
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