El retrato de Jaime Girona, I conde de Eleta, forma pareja con el de su esposa, Saturnina Canaleta, también conservado en el Museo del Prado (P02814). Obedecen, como otros retratos del artista, a un tipo de retratos que Madrazo realizó durante esa misma década. En dicha tipología se presenta a los retratados de pie, en un espacio interior con muy pocos detalles accesorios, convirtiendo a los personajes en el único foco de atención. Las figuras se representan a tamaño natural, de tres cuartos, lo que concede una sensación de mayor proximidad que si se emplease el formato de cuerpo entero.En el caso concreto de este retrato, el artista pinta al retratado una sola mano completa, apoyada en la cadera, en una búsqueda de naturalidad ya presente en Goya por otra parte, recurso que Federico Madrazo empleó en otros retratos masculinos de la misma época.En cuanto al cromatismo, es severo, como corresponde al estereotipo de un retrato masculino, en tonos pardos y ocres, con la escasa licencia de un tono azulado en la corbata. La iluminación se concentra en la blancura del cuello de la camisa, lo que focaliza la atención hacia el otro punto de claridad que es el rostro, destacando en menor medida las manos. Retratado antes de cumplir la treintena, el financiero nos muestra un rostro sereno y afable. Jaime Girona y Agrafel, nació en Barcelona en 1826, y junto a su hermano Manuel fue continuador de la empresa financiera fundada por su padre, asociada a importantes obras públicas de Cataluña. Con posterioridad, fundaría junto a otros socios el Banco de Castilla, que llegaría a presidir. Implicado en la política nacional, fue diputado por Barcelona y senador por Puerto Rico y Lérida en diversas legislaturas. Intervino decisivamente en la industrialización de Cataluña y en grandes empresas ultramarinas.
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