Un personaje aparece sentado al abrigo de una roca, vistiendo tabardo y calzón verde y con unos naipes en las manos. Tradicionalmente considerado como Francisco Lezcano, apodado “el Niño de Vallecas”, la identificación está basada en la aparición de un bufón con tal nombre entre los documentos de palacio desde 1634 hasta su muerte en 1649.
Velázquez, con su habitual sensibilidad, nos presenta un personaje lleno de ternura, perfecto compañero y entretenimiento del príncipe Baltasar Carlos, al que sirvió. Pero más allá de los valores plásticos se trata de un retrato donde el papel de los elementos iconográficos, como las cartas, o la localización en un exterior, recordando los retratos de anacoretas, sugieren un nuevo juego metafórico, al que Velázquez era tan aficionado, y que aún hoy no ha sido plenamente identificado.
Aparece citado en el Alcázar de Madrid desde 1666, pasando tras el incendio al Retiro, de donde volvería al Palacio Real, hasta su ingreso en el Museo del Prado en 1819.
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