El lugar donde mayor desarrollo alcanzó el género de pintura floral fue en los Países Bajos, en su doble ámbito de escuela flamenca y escuela holandesa, así como en las distintas regiones de Italia, difundiéndose la producción de estos artistas por toda Europa. Magníficos ejemplos a la vez de dependencia de modelos flamencos y de la alta calidad que se logró en este tipo de obras es este cuadro y su pareja (P02507) de Juan de Arellano, el especialista en pintura de flores más brillante y reputado en la España del siglo XVII. Su dibujo, elegante y firme, se resuelve en exquisitos grafismos, aplicados a todos los elementos presentes. Utiliza en ambos lienzos, colores primarios siendo sus favoritos el rojo y el azul intensos, así como un amarillo suave y un blanco muy puro que, combinados con otras tonalidades, le permiten conseguir un extraordinario resultado para el logro de una finalidad decorativa.