El cuadro muestra una escena de carácter doméstico ambientado en la antigüedad clásica. Sobre sendos triclinios aparecen un anciano recostado y un joven tumbado, apreciando la belleza de la joven que interpreta música con una flauta doble. Tanto los atuendos como la ambientación sugieren una atmósfera del mundo griego, rigurosamente fiel a los motivos y ropajes que los descubrimientos arqueológicos ofrecían a mediados del siglo XIX.
A pesar de haber nacido holandés, sir Lawrence Alma cultivó un personal neoclasicismo ecléctico más cercano en su elegancia y estilo a los prerrafaelistas británicos, como podemos observar en este cuadro.
Esta obra ingresó en el Museo del Prado en 1887 donada por Ernesto Gambart, cónsul de España en Niza.