El ilustre militar, Antonio Ricardos y Carrillo, es retratado por Goya con uniforme de campaña de capitán general, con banda cruzada de la Orden de Carlos III y placa de la misma orden sobre la casaca. La venera de la Orden de Santiago, prendida de la solapa, y el triple entorchado que luce en los puños completan los símbolos del alto rango del general.
El retrato fue realizado poco antes de su muerte, pues el tercer entorchado le fue concedido tras la última batalla en la que participó. Tras su muerte, la viuda regaló la pintura a Manuel Godoy, de quien pasó a la condesa de Chinchón.
Goya sabe captar con maestría la actitud castrense y altiva del orgulloso general, retratado con un sincero realismo que incluso marca el color dorado del rostro en oposición a la blanca frente, protegida habitualmente por el sombrero, recordando la continua presencia del militar en el campo de batalla.
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