Capillo perteneciente a una capa pluvial, bordado de imaginería, en oro y sedas, con tres Apóstoles dentro de habitación con tres ventanas al fondo y escudo de Don Alvaro de Luna en la parte inferior.

El Capillo aparece citado por primera vez en el catálogo de José Lázaro en 1927 como el que adornaba la capa que don Álvaro de Luna ofreció a la Catedral de Valladolid. Efectivamente, el creciente lunar que aparece en uno de los cuarteles del escudo es la enseña del que fuera Condestable de Castilla, pero tal como ha identificado D. Faustino Menendez Pidal, las armas son de la segunda esposa de Don Alvaro de Luna, Juana Pimentel, hija del Conde de Benavente, quien lo mandaría bordar posiblemente después de la muerte de su marido en 1453 época a la que corresponde técnicamente la pieza. Se trata de una obra excepcional, tanto por su magnífica ejecución como por los materiales empleados para ello e incluso por su iconografía. Se representa en ella la Transfiguración en el monte Tabor relatado por los evangelios de Mateo 17:1-13; Marcos 9:1-12 y Lucas 9:28-36. Cristo tomó a Pedro, Santiago y Juan, sus discípulos predilectos, y los llevó a un monte alto para orar, estos se adormecieron y Cristo se presentó ante sus ojos bañado de luz como el sol y acompañado por Moisés y Elías. A la vista del prodigio Pedro tomó la palabra y le propuso a Jesús hacer tres tiendas, una para Moisés otra para Elías y otra para el Maestro. En la representación del capillo solo aparecen las figuras de los tres santos, que sorprendentemente se encuentran en un espacio interior, tal vez, lo que parecen tres ventanas al fondo sean, sin embargo, una referencia a las palabras de Pedro. El fondo del capillo está bordado con hilos entorchados de oro en la técnica conocida como oro gofrado. Los hilos de oro se disponen tendidos sobre la tela de fondo, y se sujetan al lienzo con otros de seda que, al recogerse, van formando un dibujo de zigzag discontinuo en el fondo y de billeteado en la retorcha. Este mismo trabajo es el que se realiza en el fondo de las ventanas empleando en este caso para la labor seda lasa. El suelo está trabajado con seda tendida y efecto de redecilla sobre ella, hecho con oro tendido sobrepuesto transversalmente y recogido por seda en los cruces. El escudo que está aplicado, está bordado también con hilos de sed y oro tendidos y gofrados. Las figuras son igualmente de aplicación y han sido creadas con técnica de matiz y efecto acu-pictae utilizando para ello punto de cadeneta finísimamente bordado. No se conoce el obrador que crearía esta pieza pero, posiblemente, fuese alguno de los espléndidos talleres toledanos que trabajaron con gran virtuosismo el bordado culto de la segunda mitad del Siglo XV.