Juan van der Hamen fue el principal pintor de naturalezas muertas que trabajó en la corte en las primeras décadas del siglo XVII. En 1627 firmó este bodegón, en el que mezcló frutos, flores y recipientes, disponiéndolos en varios planos, y aunando de forma magistral el gusto por la descripción morosa, detallada e individualizada de los objetos, propios de los inicios del género en España, con una composición artificiosa que lo convierte en una de las naturalezas muertas más elegantes de su época. Las formas, los brillos y las texturas de los recipientes de barro y cristal pautan la composición y subrayan la riqueza y delicadeza del conjunto. Dentro de la carrera de su autor significa un punto de equilibrio perfecto entre la sobriedad compositiva de sus primeros bodegones y el abigarramiento de sus obras posteriores.
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