Fragmento de la tapa de un sarcófago paleocristiano de época constantiniana, esculpido en mármol blanco, representando en bajorrelieve, la cabeza de un apóstol barbado a la izquierda y una escena del ciclo de Jonás, a la derecha: Jonás reposando bajo la calabacera. Ambas escenas se encuentran separadas por una columnilla rematando en un lirio. Las tapas de los sarcófagos serán el soporte preferido para representar el ciclo de Jonás. La historia de Jonás es uno de los episodios más característicos y queridos en el arte paleocristiano funerario, por el hecho de que el profeta, es señalado por el propio Jesús como precursor y ejemplarización de su propia muerte y resurrección.
Según M. Sotomayor, existe un paralelo con este fragmento en la Península, el de Alcaudete, y lo sitúa por la forma de tratar los cabellos, los rasgos de la cara y el uso progresivo del trépano, entre los años 325-335.