Este cuadro pertenece a un grupo de escenas en el interior de un establo, que Wouwerman pinta a partir de 1655. Constituyen una excepción dentro de la producción del pintor orientada en su mayor parte a las escenas al aire libre. En su mayor parte responden al mismo esquema compositivo: dos tercios de la composición está ocupado por el interior oscuro del establo, que se abre a la izquierda hacia el paisaje de suaves tonalidades. Las figuras están colocadas en el primer plano, pero algo alejadas del espectador. A pesar de la aparente naturalidad, el agrupamiento de los caballos está pensado para posibilitar la representación de este animal desde diversos flancos. En cuanto al color, las tonalidades marrones del interior, rotas por pequeñas manchas de azul, amarillo y rojo y por el fogonazo blanco del caballo situado en el primer término, a la derecha, contrastan con la gama azul verdosa característica de los paisajes de Wouwerman. La pincelada es precisa y lisa, algo más empastada en las luces. A pesar del refinamiento general de la escena, en los detalles de género, como los niños jugando con la cabra y el perro, perviven los modelos de Pieter van Laer il Bamboccio (1599-después de 1642).De esta composición se conocen dos copias: una se encontraba en 1856 en el Muzeum Narodowe, Poznan y la otra en 1908 en la Embajada de los Paises Bajos en México.
Formó parte de la colección de Isabel de Farnesio. En 1746, 1766 y 1774 figura en el Palacio de La Granja. En 1794 y 1818 consta en el Palacio de Aranjuez. Desde allí es enviado al Museo en 1827-1828.