El pintor ha dejado bastante superficie de la lámina de marfil sin cubrir, sacando todas las posibilidades de transparencia y luminosidad; ha modelado el rostro, sobre todo mejillas y boca, con la ayuda de sutiles y finos puntos de color; el cerco de los ojos lo ha realizado por medio de un doble trazo marrón, marcando el círculo del iris por la zona exterior y aplicando un punto intenso de gouache blanco sobre la pupila; las cejas están realizadas a base de pequeños puntos; y los cabellos fueron pintados pelo a pelo sobre una base de color. Las flores que forman parte del adorno personal de la retratada están realizadas con gran precisión y realismo. Todos estos rasgos son característicos de las obras de Augustin.