Lorenzo Muntaner (1720?-1768), miembro de la conocida familia de grabadores mallorquines y padre de Francisco, José y Juan, llevó al grabado esta imagen de San Serafín recibiendo a los desamparados. Al pie de la escena, la letra grabada informa al devoto del poder de curación que tiene la estampa. En este caso, Benito Pañellas y Escardó, obispo de la diócesis de Palma de Mallorca entre 1730 y 1743, intercede por el fiel y concede "cuarenta días de perdón" por rezar delante de ella. Este tipo de imágenes devocionales empleadas como instrumento mediador para alcanzar protección ante peligros materiales o espirituales, alcanzaron gran aceptación y difusión en la sociedad del Antiguo Régimen. El estado de conservación de la plancha de cobre también en el Prado (G05608), con señales de acusado desgaste y retallado, da buena muestra de ello, pues revela la exitosa tirada que debió tener. La estampa representa la intercesión de San Serafín ante la Virgen para conceder a los que llegan a su puerta, los milagros que solicitan. El santo franciscano, descalzo y encorvado, muestra los rasgos que caracterizaron su vida: humildad, pobreza, caridad y devoción a la Virgen, en este caso representada bajo la advocación de la Virgen del Pilar.