En una composición que Cranach repite a menudo con algunas variantes, la Virgen María mantiene sobre su regazo al Niño Jesús que toma unas uvas -símbolo del sacrificio de Cristo- de manos de un infantil San Juan Bautista, mientras tres ángeles levantan un paño rojo de finos plegados por detrás, a modo de dosel de respeto. En el ángulo superior izquierdo hay un paisaje que recuerda la formación del artista en la escuela del Danubio.
El dibujo es firme, con predominio de la línea sobre el cromatismo, entonado con acierto, y destaca el juego de curvas, contra curvas y ondulaciones de los cabellos de los personajes. La luz diluye algunos perfiles, y se aprecian leves esfumados que propician cierto grado de melancolía en medio del carácter gozoso del asunto.