Esta obra fue ideada como parte de una serie de lienzos con escenas evocadoras de la resistencia de los pueblos peninsulares frente a la dominación romana, animado por impulso de patriotismo ante la invasión francesa de España.
Viriato (siglo II a. C.), rey de los lusitanos, yace asesinado en su tienda mientras sus verdugos, Audax, Ditalkón y Minuro, abandonan la escena triunfantes a la derecha de la composición.
Caudillo de las rebeliones peninsulares frente a la ocupación romana, Viriato luchó contra el Imperio hasta que Roma le reconoció como rey y "amigo del pueblo romano". A pesar de ello, fue asesinado por orden del cónsul romano Cepión que, violando el pacto de paz, compró la suerte de Viriato a sus propios amigos.
De técnica muy pulida y acabada, destaca la composición de la obra, en la que el dramatismo del momento queda subrayado por los gestos exaltados de los personajes que, sin embargo, contienen sus emociones a la manera neoclásica, como si fueran esculturas clásicas.