Santiago, en un caballo blanco y flanqueado por un ángel que lleva una bandera desplegada, galopa sobre una multitud de moros derribados y caballos caídos en el suelo. En segundo término, en un paisaje rocoso, se ven escena de la batalla. Este lienzo es un boceto para el platillo de la bóveda de ingreso a la capilla del Palacio Real pintada por Giaquinto entre 1756 y 1757. El lienzo y el fresco correspondiente muestran una evidente derivación de Giordano en la composición y en el mezclarse cuerpos de musulmanes y caballos en el suelo, incluso en las actitudes, gestos y escorzos. El tratamiento de la lejanía también es evocador de las de Giordano. Giaquinto se acuerda aquí de sus orígenes napolitanos reanimados por el contacto de las múltiples obras de Luca conservadas en los palacios de la Corona española.
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