Escena del Nuevo Testamento (Mateo 2, 2-12) que narra la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús en presencia de la Virgen María, San José y dos criados, iluminados por la luz de la estrella que les guió hasta Belén. Ubicado en el cuerpo bajo de la calle derecha del retablo, Maíno acentúa la calidad táctil tanto de las telas como de los materiales de las copas metálicas, la naveta de nácar del rey negro o de las plantas. Además de la recuperación de la verosimilitud, destaca la expresión de los contenidos anímicos de los protagonistas del hecho religioso, representados en los rostros y la rica gestualización de las manos.
Tras su viaje a Italia y quizás por el norte de Europa, Maíno recibe el encargo de pintar para los monjes dominicos de Toledo el retablo mayor de San Pedro Mártir, con el tema de las Cuatro Pascuas: Navidad (P3227), Epifanía, Resurrección (P5082) y Pentecostés (P3018). Antes de concluir el encargo el pintor ingresa en la Orden. Está firmado en el sillar del asiento de la Virgen.