Escultura que representa a Hermes báquico barbado en altorrelieve de entre los siglos I- II d. C. Lleva el cabello ceñido por una diadema de pámpanos cayendo en amplias ondas a los lados de la cara, hacia el arranque de los hombros. El rostro, de rasgos arcaizantes, muestra una nariz recta en perfil desde la frente y un ligero rictus de sonrisa en los labios. El bigote y la perilla, formados por volutas hacia el exterior y la barba, en seis tirabuzones ordenados simétricamente, que aumentan de longitud hacia el centro. Por las características de la pieza, lisa en la parte posterior, para poder ser adosada a un muro, podemos concluir que nos hallamos ante un Herma. Los Hermae de jardín son elementos de carácter ornamental de gran tradición en el mundo antiguo. El origen de estas piezas se situa en la Grecia Clásica. Son una creación ática de finales del siglo VI a.C. que irá evolucionando desde su primitivo carácter como manifestación material del culto al dios Hermes (del que deriva su nombre), y que se colocaban como hitos en los caminos y, sobre todo en los cruces de los mismos para indicar el rumbo a los viajeros, hasta pasar a ser en el mundo romano un elemento de ornamentación, perdiendo sus características iniciales, pasaron a convertirse en un tipo de estatuario que representó a otras divinidades, y más frecuentemente, a personajes célebres de la política, las letras o el pensamiento. En Roma se emplearon con profusión fundamentalmente en patios y peristilos de casas privadas pero también en espacios públicos como en las palestras de las termas o en los pórticos de los teatros.