Esta escultura perteneció a Cristina de Suecia, quien la hizo completar con brazos y piernas. El restaurador, ignorando la actitud original, que sostenía la clava sobre el hombro con la mano izquierda, dirigió ambos brazos hacia el suelo y dio así al héroe un aspecto relajado, poco acorde con su personalidad mítica. Tan torpe restauración desvirtuó además el esquema empleado por Scopas en el original, una de las primera obras de su carrera artística: el "Hércules de mármol", situado ´´en el gimnasio próximo al ágora´´ de Sición (Pausanias, II, 10, 1). Debía de parecerse mucho al Diadúmeno de Policleto, con un movimiento oscilante o quiasmo, cargado de energía y confianza. Sobre esta estructura convencional, incluso conservadora en su época, el artista quería ensayar una cabeza de proporciones redondas e iluminada con unas facciones expresivas, totalmente ajenas a la frialdad ideal del siglo V a. C. El llamado "pathos" escopásico hacía así su aparición.