Es uno de los característicos cuadros de gabinete de Paulus Potter, en general mucho más logrados que sus grandes composiciones. Pueden ser interpretados como una transposición al campo holandés de los paisajes con animales en la campiña romana de Pieter van Laer, il Bamboccio (ca. 1599-después de 1642). Hofstede de Groot no recoge este cuadro. Existe un dibujo con la inscripción "P.Potter (r)" y en el reverso "Potter" en tiza roja (Amsterdam, Historical Museum, inv. A 18124) que Walsh (1994) considera que pudo ser utilizado para la vaca que está de pie. El dibujo está atribuido al padre del artista, Pieter Symonsz. Potter, pero Walsh lo relaciona con la serie de grabados sobre toros y la de caballos realizadas por Potter en 1652.

En el primer plano están colocadas dos vacas en reposo, una de pie y otra sentada, que se recortan contra el cielo por encima de la línea del horizonte. En el segundo plano aparece una cabra con la cabeza girada hacia el fondo. La escena se cierra a la izquierda con una tapia, detrás de la cual sobresale un tronco de árbol reverdecido, mientras que a la derecha el paisaje se abre hacia la lejanía donde se perciben caballos paciendo y, en el horizonte, un arbolado.

Se trata de una composición muy abierta y con una sofisticada construcción espacial, como es característico en la obra de Potter posterior a 1645. La cuidadosa disposición en planos tangenciales de los distintos elementos representados está pensada para guiar la vista del espectador hacia el fondo, a lo largo de una suave curva, desde el árbol situado a la izquierda hasta las vacas, desde ellas a la cabra y, finalmente, hacia el paisaje que se extiende en la lejanía. Este movimiento se ve reforzado por la posición de la cabeza de los animales que también parecen dirigir su mirada hacia ese paisaje. La luz se filtra a través de las nubes y define el espacio, las formas y, sobre todo, las diferentes texturas, en especial las particularidades del terreno y la piel de los animales. El color está aplicado con una pincelada apretada y fuertes empastes. A pesar de su pormenorizado realismo, los animales de Potter adolecen de una cierta falta de precisión anatómica. Existe una composición muy similar a ésta, firmada y fechada en 165[¿?].

Ingresa en el Museo del Prado en 1894 con la donación marquesa viuda de Cabriñana.